viernes, 20 de enero de 2012

La chica que poco conoció a Gregorio y Zenón


Ahora quién limpiará las rodillas heridas por el tiempo
Cómo limpiar la cara sucia por la vida
Quiero oler a tierra, oler a niñez 
a noches y a la imagen misma de lucidez 
que se postraba en la puerta para difuminar la luz

Escuchar aquel ruido fundido por la eternidad
entender la estancia 
anunciarme 
y llegar ahí

Llegar y sonreír
el silencio envenenado por los labios
ofrenda inmaculada de fraternidad 

Las lagrimas ahora limpian la cara
ya no tus manos
los autos estancados en el tiempo
ahora están sucios

La casa perdió el aroma
el cuarto, último rincón de momentos
de caminos y embotellamientos debajo de la cama
escondite ambigüo, secreto de Dios, el hogar

Quién podrá cuidar las noches en que despierto
en el día la compañía que avivaba la existencia
tus ojos fundidos en las estrellas ahora observan los pasos
la linea irreal de la pieza de ajedrez que falta
la madrugada se torna densa al echar andar cortometrajes austeros 

En que recipiente devuelvo aquella caricia
la sonrisa escondida tras la tristeza 
el grito Hola!!! Aquí estoy!!!, Ya llegué!!!
te acompaño-me acompañas... 

El mar me atrae a ti
su magnificencia 
el estruendo
y la delicadeza con que me acarician sus olas
ahí estás sepultado ultima mañana de diciembre 
entre espuma y la claridad del sol 

Ahora me limpio las lagrimas 
con el agua que brota de tus manos
estéril con el recuerdo que no se ha desteñido 
ni enmudecido tras tumbos

RABESH

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